Medio Humano de Els Ports
Els Ports han sido ocupados por el hombre desde épocas prehistóricas. Lee la historia de los pobladores de Els Ports.
Els Ports han sido ocupados por el hombre desde épocas prehistóricas. Los inicios de esta ocupación, han quedado las pinturas rupestres de cueva Pintada (Alfara de Carles) y los restos encontrados en las excavaciones realizadas en la cueva del Vidrio y la cueva del Hospital (Roquetes), que ponen de manifiesto unos asientos, seguramente temporales, de grupos de cazadores dedicados a la captura de grandes cérvidos (cabras salvajes, ciervos, corzos).
Los primeros pobladores permanentes del macizo fueron los íberos, como lo prueba la existencia del poblado de la Peña del Gallo (Horta), dedicados, según Antoni Ferrer, el control de la ruta comercial que conectaba las tierras altas y la llanura litoral.
Los árabes también ocuparon el interior del macizo. Es de origen árabe el poblado de las Rocas de Benet (Horta), muy próximo al antiguo poblado íbero de la Peña del Gallo. En el otro extremo del macizo, Refalgarí (La Sénia), topónimo de clara raíz árabe, poblado que luego, en la época medieval, viviría unos años de expansión, podría tuvo su origen durante esta época.
Fueron los árabes los primeros que nos dejaron noticia de la explotación de los bosques de los Puertos. Una lápida situada actualmente en la Catedral de Tortosa, conmemora la construcción de las primeras astilleros en Tortosa el año 944, las cuales se abastecían de las maderas de los Puertos. El geógrafo Al-ldrisi (s. XII), en su «Geografía Universal» habla de las maderas que se producen en los bosques de Tortosa, unos bosques que se encuentran cubiertos de pinos de espesor y altura extraordinarios, muy famosos para la construcción naval.
Probablemente fueron también los árabes los primeros en introducir la agricultura, utilizando los terrenos más llanos situados en las proximidades de dichos poblados. Así, los primeros lugares de cultivo podrían haberse situado en las Eras, y al actual corral de la Balsa, próximo al poblado de Refalgarí.
La ocupación humana del macizo recibió un fuerte impulso tras la conquista cristiana del territorio. Mediante cartas de poblamiento se quería crear una serie de asentamientos en el interior del macizo para aprovechar los recursos. Se dieron cartas de poblamiento durante los siglos XII y XIII en los lugares de Carlos y Alfara, de Paüls, de Refalgarí, del Carrascal y Vilar de Santa María, de Terranyes, de Vallcanera, de las Eras de Benet, todos situados en el interior del macizo, algunos de los cuales consolidarían la población, mientras que otros acabarían despoblados o reducidos a una agrupación de caseríos.
A partir del siglo XIII, ya pesar de la dureza del siglo XIV con sucesivos episodios de peste y hambre, se inicia un periodo de expansión en el empleo de Els Ports aparejada a un aumento de la presión sobre los recursos del territorio. La deforestación de tierras mediante el fuego y el arado para conseguir nuevos cultivos de cereal, la quema de pastos y el aprovechamiento del bosque para la construcción de naves de guerra para la corona catalanoaragonesa y para la construcción de edificios llevarán al rey Jaime II, «por el gran cremament y corte de maderas que se hace», a encargar a la ciudad de Tortosa la custodia y vigilancia de Els Ports. Se crearán los primeros guardas de los Puertos llamados vedalers, que, hasta el siglo XVIII, intentarán hacer cumplir las disposiciones que para la conservación de Els Ports dictará la ciudad de Tortosa.
No obstante lo anterior, el descuaje de bosques y la tala de árboles irán progresivamente en aumento. La necesidad de nuevas tierras de cultivo para una población creciente; la tala de madera y la elaboración de alquitrán para las sucesivas campañas navales, primero de la corona catalanoaragonesa y después de la monarquía española, y para la construcción de edificios tanto en el territorio como en otros lugares del reino (Barcelona, Mallorca , Valencia …) irán devastando los bosques de Els Ports.
A partir del siglo XVIII, la administración de estos bosques será encargada, mediante la Ordenanza de Montes del año 1748, en la Marina Real, la cual durante un siglo dictará las normas de aprovechamiento del bosque e intentará suprimir los privilegios de que gozaban los ciudadanos del territorio, con el fin de disfrutar de manera exclusiva de los bosques de los Puertos.
Comienza, también a finales del siglo XVIII, un proceso, que se alargará durante todo el siglo XIX, de apropiación para el beneficio particular de unos terrenos boscosos que, hasta entonces, habían sido destinados a uso general, proceso que se verá impulsado por las medidas desamortizadoras de mediados del siglo XIX. La estructura actual de la propiedad de los terrenos forestales de los Puertos quedará definida durante esta época.
Ligado al cambio en la estructura de la propiedad de la tierra y al aumento demográfico acontecido durante el siglo XVIII y acentuado durante todo el siglo XIX, se produce la máxima extensión de la agricultura en el macizo. Los bancales suben por los fuertes pendientes de solanas y umbrías, con la quema previa del bosque. Algunos de estos bancales se cultivan durante tres o cuatro años y se abandonan por la falta de fertilidad de la tierra, o se arrebata la vegetación que los rodea para hacer hormigueros que puedan fertilizar el terreno agrícola agotado. El bosque retrocede y desaparece de todas las zonas donde la agricultura predomina; la quema de pastos para rejuvenecer la hierba y la tala secular de los bosques de pino por el hacha del carpintero o del carbonero terminan por dibujar un paisaje abierto donde el bosque se ha replegado a los lugares más salvajes e inaccesibles.
La primera mitad del siglo XX verá un mantenimiento de la superficie agrícola y del pasto en el macizo que mantendrá a raya el bosque, siempre dispuesto a recolonizar los terrenos que se le han arrebatado a lo largo de los siglos.
La década de los cincuenta es el inicio del cambio en el sentido de que retrocede la ocupación humana del macizo. Después de una progresiva y constante ocupación, los cambios en el modelo social llevarán al abandono progresivo de las tierras de cultivo agrícola la helada de 1956 actuará como catalizadora de este abandono, especialmente en aquellas zonas donde se cultivaba el olivo y el algarrobo. La política de repoblación forestal de los bosques públicos hecha por la Administración obligará a abandonar muchos terrenos de pasto y en la pérdida de muchos rebaños.
Asimismo, esta misma Administración y algunos propietarios particulares iniciarán la construcción de una extensa red de caminos forestales que posibilitará la entrada de vehículos en el macizo y su aprovechamiento turístico y lúdico.
En los inicios del siglo XXI, la desaparición de las actividades agrícolas, el abandono de las tradicionales prácticas ganaderas y la bajada del mercado de la madera han favorecido el crecimiento de los bosques de los Puertos hasta niveles que no se alcanzaban en siglos. Hoy, el paisaje vuelve a estar dominado por los extensos bosques de pinos que ya fueron alabados por los árabes hace casi mil años